De
lo más orgullosos que se pueden sentir unos padres, es de ver crecer a sus
hijos sanos, fuertes, libres y felices. Los padres deberíamos tener la
obligación moral no solo de mantener
este sistema, sino de ir mejorándolo, mejorando el mundo que nos rodea para
dejarlo en herencia al único bien real que tenemos, “nuestros hijos” porque ni el dinero, las propiedades, los bienes materiales, etc… nada de esto sirve
cuando te vas, y de eso no hay duda. Nos terminaremos marchando y previamente
poco a poco nos iremos marchitando y nada material lo remediara.
Pero
hay algo que si es tuyo, no de tu propiedad, pero tuyo, aunque con su
autonomía, su independencia, “tus hijos”.
Aunque te sientas débil, enfermo e incluso desahuciado, siempre te preocupan
ellos más que tú mismo, sabes que algún día volaran del nido y sentirás una
mezcla de angustia y melancolía junto a otro sentimiento de alegría y
satisfacción.
Como
reflexión y volviendo al principio del
tema que nos ocupa, no es una cuestión de ideologías a la derecha o la
izquierda del río de la vida, ni de fe, frente a razón. El amor de una madre y
un padre por sus hijos es el sentimiento más poderoso desde que el mundo es
mundo. Digámosle alto y claro a todo ser humano, que piensen que tenemos el
deber moral de luchar y defender nuestro estado de bienestar para dejarles una
sociedad mejor para ellos, los más jóvenes, desde la posición que tengamos, “todos somos iguales” y todos unidos
somos más grandes, nadie por si solo vale nada, todos necesitamos de todos y
todos debemos unirnos para defender una sanidad de todos y para todos
independientemente de la profundidad de nuestros bolsillos. Todos debemos
luchar por una educación pública y equitativa para todos, al margen de cuál sea
nuestro poder adquisitivo y fuera de mercantilismos inventados e impuestos con
grandes campañas de mentiras hechas por aves de rapiña cortoplacistas; así como
con el resto de pilares básicos como dependencia, pensiones, etc…
Si
no lo hacemos por nosotros, hagámoslo por la generación venidera, no es una cuestión
de comodidad sino de compromiso, tus hijos te lo agradecerán. “Luchemos por lo que es nuestro y no
dejemos que nos lo roben”